¿QUÉ ES UN DEVOCIONAL?

Por: Gerson Morey
EL TECLADO DE GERSON
Domingo, 20 de septiembre de 2015

El diccionario usa varias formas para describir la palabra devoción. Entre ellas “amor, fervor religioso, práctica piadosa, inclinación, afición especial y costumbre buena y devota”. Ahora bien, tomando como base que las Escrituras nos animan a esforzarnos por la piedad (1 Timoteo 4:7), además nos exhortan a apartarnos para la oración (Mateo 6:6), a orar constantemente (1 Tesalonicenses 5:17) a leer y a meditar en las Escrituras (Salmos 1:2), concluimos que devocional es la disciplina piadosa que forma parte de la vida, sostenimiento y crecimiento espiritual del creyente. Este ejercicio comprende la oración, la lectura y la meditación de la palabra que los cristianos debemos practicar con regularidad.

Los grandes hombres de la Biblia como Abraham, Moisés, David, Daniel, Pedro y Pablo -por citar algunos- fueron distinguidos por una consistente y sólida vida de oración marcada de una profunda devoción por Dios. El carácter santo y piadoso de estos hombres fue en gran medida producto de una íntima comunión con el Señor.

Martín Lutero, el gran reformador del siglo XVI, empleaba 2 a 3 horas diarias a sus devociones personales. Samuel Rutherford, el pastor presbiteriano del siglo XVII se levantaba a las tres de la mañana para encontrarse con Dios en oración. David Brainerd, el conocido y joven misionero americano del siglo XVIII llamaba a sus devociones diarias sus “deberes privados”. El teólogo y predicador escocés del siglo XIX, Robert Murray M’Cheyne decía “yo necesito emplear las mejores horas en comunión con Dios. Es mi más noble y fructífero empleo y no debe ser arrojado en un rincón”.

Por eso, los creyentes debemos ser diligentes, cuidadosos y esforzados en obedecer este mandato bíblico. Asegurarnos que estamos reservando un tiempo durante el día para dedicarnos a la oración, la lectura y la meditación de las Escrituras. Teniendo en cuenta los grandes beneficios que representa las devociones personales para nuestra santificación y la piedad, esta disciplina debe ser practicada con celo y fervor.

No hay santidad sin una vida de oración. No hay progreso espiritual sin comunión con Dios. No crecemos en la semejanza de Cristo sin una vida devocional. En un sentido, ser como Jesús es caminar como el anduvo (1 Juan 2:6) y al mirar los Evangelios descubrimos que la oración era parte central del diario vivir de nuestro Señor (Marcos 6:46 & Lucas 22:41).

Que Dios nos conceda una profunda consciencia de la necesidad, de la importancia y del valor de la oración, la meditación y la lectura de la palabra. Que Dios despierte los corazones mientras buscamos más de Él. Que podamos decir junto al salmista: “¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos! Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová…. Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos… “ (Salmos 84:1,10).

No descuidemos nuestra vida devocional.

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