LA SANA DOCTRINA SIRVE PARA LA VIDA EN LA IGLESIA

Por: Bobby Jamieson
9Marks Español
Domingo, 2 de agosto de 2015

Cuando era niño jugué durante varios años al baloncesto, al béisbol y al fútbol. Disfruté de todos ellos bastante a fondo aunque era un jugador bastante mediocre. Mi deporte favorito —si se puede llamar así— no debería sorprenderte: es el surf.

Es muy divertido compartir el surf con otros —especialmente con amigos y familiares—, pero el acto en sí mismo es básicamente individual. Una persona se sienta en la tabla, se dirige hasta una ola, se pone de pie, cabalga hacia la orilla y después repite esta secuencia tanto tiempo como su brazo pueda aguantar. Observar cómo otros atrapan buenas olas o —lo que más gusta a los surfistas— que otros te observen, enriquece la experiencia sin duda. Pero eso difícilmente lo convierte en un deporte de equipo.

Por otro lado, deportes como el baloncesto y el fútbol son intrínsicamente colectivos. Podemos colmar de dinero y elogios a nuestro escolta favorito o a la estrella goleadora, pero el juego se juega como equipo. Se gana o se pierde como equipo. No existe tal cosa como un equipo de un solo hombre.

He sacado esto a colación porque creo que muchos cristianos tratan su cristianismo más bien como surf en vez de como fútbol. Pensamos en nuestro caminar con el Señor como algo básicamente individual: Yo oro. Yo leo la Biblia. Yo asisto a una reunión de adoración para tener un encuentro con Dios y crecer en el conocimiento de la Escritura. Yo amo a mi prójimo. Yo comparto el evangelio con otros. Está claro que asistir a la iglesia y tener amigos cristianos nos beneficia. Pero lo que estructura nuestras prioridades, lo que define el perfil de nuestro discipulado, lo que usamos como sistema para tomar decisiones es —muy a menudo— simplemente Jesús y yo.

Pero la Escritura enseña que el cristianismo se parece mucho más a un deporte de equipo. Es verdad que cada uno de nosotros debe arrepentirse del pecado y confiar en Cristo para ser salvo (Romanos 10:9-10). Cada uno de nosotros dará cuentas a Dios de sí mismo (Romanos 14:10). Cada uno de nosotros es responsable por lo que hace (Gálatas 6:5). Aun así —y a diferencia del surf— la naturaleza misma de la vida cristiana es colectiva.

• Convertirse en cristiano significa ser añadido a la iglesia (Hechos 2:41).
• Ser bautizado significa ser bautizado en el cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:13).
• Venir a la fe en Cristo significa ser traído cerca, no solo de Dios, sino del pueblo de Dios (Efesios 2:17-22).
• Clamar a Dios como Padre y obedecerle significa tener a los cristianos como tus hermanos y hermanas (Mateo 12:46-50).

El crecimiento como cristiano es constantemente definido en términos colectivos.

¿Cuántos de los frutos del Espíritu (Gálatas 5:22-23) puedes practicar tú solo en una isla desierta?

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