LA MISIÓN

Domingo, 1ro de febrero de 2015

Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, PARA DAR TESTIMONIO DEL EVANGELIO DE LA GRACIA DE DIOS.

¡Esa expresión al final del apóstol Pablo es un reto para nosotros!

Observen lo que Charles Spurgeon dijo sobre estas palabras de Pablo:

“Así era la vida para Pablo: todas las energías de su espíritu estaban consagradas a la obtención de un objetivo, es decir, poder llevar a todas partes el testimonio del Evangelio de la gracia de Dios; y la vida que vivía aquí abajo solamente era valorada por él como un medio para alcanzar ese fin. Pablo también consideraba el Evangelio, y su ministerio de dar testimonio de él, como un depósito sagrado que le había encargado el propio Señor. Pablo se veía a sí mismo como “encomendado con el evangelio;” y tenía la determinación de ser fiel aunque esto le costara la vida. Él dice que “acabe mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús.” A través del ojo de su mente veía al Salvador tomando en sus manos traspasadas, el invaluable estuche que contiene la joya celestial de la gracia de Dios, y diciéndole: “Te he redimido con mi sangre, y te he llamado por tu nombre, y ahora entrego en tus manos esta joya, para que la cuides, y la guardes con la sangre de tu corazón si es preciso. Te doy el encargo que vayas por todas partes, en lugar mío y en mi Nombre, y que des a conocer a todas las naciones bajo el cielo el Evangelio de la gracia de Dios.” Todos los creyentes ocupan un lugar más o menos parecido. Ninguno de nosotros tiene el llamado de apóstol, y es posible que no todos hayamos recibido el llamamiento para predicar públicamente la palabra de Dios; pero a todos se nos pide que seamos valientes a favor de la verdad en esta tierra, y “que contendamos eficazmente por la fe que fue entregada una vez a los santos.” Como creyentes somos llamados a una forma de servicio; y así debemos estar motivados para hacer de nuestra vida una carrera, y considerarnos guardianes del Evangelio, igual que la persona que lleva la insignia de un regimiento se considera a sí misma comprometida a sacrificar cualquier cosa por conservarla.”

El miércoles pasado aprendimos que el corazón de Dios siempre ha sido que Su Evangelio sea proclamado en todo lugar y a personas de toda lengua, raza y nación. Dijimos que la misión cristiana es algo más que simplemente un departamento de la iglesia, y algo más que simplemente el trabajo de pastores o profesionales capacitados.

El Dios bíblico es por naturaleza un Dios que envía, un Dios misionero. El Padre envía al Hijo; el Hijo envía al Espíritu y a sus discípulos al mundo. Toda la iglesia está en misión y todo cristiano debe ser parte de esa misión.

Somos una iglesia que capacita y anima a nuestra gente a estar en misión como individuos y como cuerpo. Quizás algunos nunca iremos a China o a África a predicar el Evangelio pero si podemos cruzar la calle y compartirlo con nuestros vecinos, amigos y familiares.

¡Hoy te invito a que cumplas con Su Misión y utilices tu vida para dar testimonio del EVANGELIO DE LA GRACIA DE DIOS a TODOS los que te rodean!

¡Gracia y Paz de nuestro Señor Jesucristo!

Pastor Félix Cabrera (@PastorFelixC)

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