EL SIGLO DE LO PERSONALIZABLE

Por: Enrique Oriolo
Domingo, 26 de abril de 2015

El ego es uno de los pecados más arraigados en el hombre a través de toda la historia, y en este tramo que nos toca vivir parece ser el más promocionado y popular, es el dios del marketing moderno, y su culto es el consumismo. Las redes sociales han permitido poder sectorizar mejor a la gente según sus gustos y ofrecerles productos hechos a su medida, la opción de personalizar todo a «gusto y piacere» del consumidor se ha vuelto el anzuelo perfecto donde capturar al pez.

Lo mismo sucede en el ámbito de la religión, hoy puedes creer en lo que a ti te guste y te haga sentir bien, y será aceptado por todos. Puedes recoger de la góndola de religiones lo que más quieras de cada una y armarte tu propia versión personalizada. Cada vez es más aceptable el tener una fe y una creencia, no importa en qué. Las culturas religiosas del oriente personalizan también sus dioses; puedes atribuir deidad a lo que te imagines y estará bien, tienen millones de dioses para cada gusto y color, lo mismo que han hecho los católicos romanos con sus tradicionales “santos”.

En el mundo poscristiano encontrarás esta tendencia en su más peligrosa expresión: la personalización del Dios verdadero. Copias baratas y blasfemas del Dios de la Biblia. Escoger crear un dios a mi gusto, tomando lo que me beneficia de él y descartando lo que no me agrada es el gran pecado de la teología de la prosperidad, un dios que solo quiere riqueza, salud y placer terrenal para sus súbditos, que castiga la falta de fe con enfermedad y pobreza; ese es el Frankenstein de los falsos maestros y siervos de Satanás.

EL DIOS NO PERSONALIZABLE

Pero el Dios verdadero no puede personalizarse, Él es siempre el mismo (Salmos 102:27), no hay variación en Él (Santiago 1:17) y en sus propias palabras dice: “Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos” (Malaquías 3:6). Este atributo de Dios se le conoce como su inmutabilidad, es decir, Dios no cambia; ni puede ser cambiado por nadie.

Jesús es la imagen del Dios invisible (Colosenses 1:15) y en Él habita toda la plenitud de la deidad (Colosenses 2:9) . Cuando Jesús caminó en la tierra, Dios caminó, cuando Él habló; Dios habló. Así como Dios es inmutable, Jesús lo es. Muchos dicen actualmente que Jesús solo fue un buen maestro o un buen profeta nada más; C.S. Lewis dice:

Un hombre que haya sido meramente un hombre y dicho la clase de cosas que Jesús dijo, no sería un gran maestro de moral. Sería ya sea un lunático—al nivel de un hombre que dice ser un huevo escalfado—o si no, sería el diablo del infierno. Usted debe hacer una elección. O éste hombre era, y es, el Hijo de Dios; o si no, sería un loco o algo peor. Usted puede callarlo y tomarlo por un tonto, usted puede escupirlo y matarlo como un demonio; o puede usted caer a sus pies y llamarlo Señor y Dios. Pero no vengamos con algún trato condescendiente sin sentido acerca de que Él es un gran maestro humano. Él no ha dejado eso abierto para nosotros. Él no tuvo la intención de eso”.

Jesús dijo ser quien Él es: Dios; y eso nadie puede maquillarlo. No se puede modificar en absoluto quién es Dios y cómo Él se ha revelado. En las Escrituras encontramos un Dios que se revela a sí mismo por medio de sus atributos (‘Cada una de las cualidades o propiedades del Ser de Dios: Soberano, Misericordioso, Fiel, Eterno, etc.’) y que no comparte su gloria con nadie: “Yo soy el Señor, ése es mi nombre; mi gloria a otro no daré (…).” (Isaías 42:8), que dice: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14:6), y en otro lugar: “Volveos a mí y sed salvos, todos los términos de la tierra; porque yo soy Dios, y no hay ningún otro.” (Isaías 45:22, énfasis añadido.).

Como si quisieras tallar una roca con tus manos; Dios no puede ser modificado. Como si quisieras dañar al sol tirando golpes al aire; Dios no puede ser afectado por ti. Él se ha revelado tal como Es en las Escrituras, habiendo sido inspiradas por Él mismo (2 Timoteo 3:16), y habiéndonos hablado Él mismo en persona en Jesús (Hebreos 1:1-2), nos dejó su verdad para seguirla al pie de la letra, en el Espíritu Santo, para su gloria. Debemos volver a levantar la voz de la Iglesia de Cristo y decir:

“Sola Scriptura” (‘La Biblia es el único estandar’), y no permitir versiones personalizadas de Dios.

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