UN NUEVO CORAZÓN

UN NUEVO CORAZÓN

Domingo, 2 de febrero de 2014

El domingo pasado cuando les compartí el texto en Lucas 18:35-43 sobre el mendigo ciego junto al camino les dije que TODOS somos como ese ciego. Por naturaleza, somos ciegos y pobres.

Sé que a algunos no le gustó esto pero es la verdad. Espiritualmente TODOS nacemos ciegos y pobres. Todos nacemos con la misma enfermedad. Por nuestra condición de pecado, tenemos corazones de piedra, somos ciegos y estamos en una condición miserable.

El ver, amar, entregarnos y servir a Dios no es algo natural para nosotros. Para qué se quite la venda de nuestros ojos, algo tiene que pasar en nosotros. Nuestros corazones de piedra tienen que cambiar a corazones de carne.

Dios dijo a través del Profeta Ezequiel:

Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.” Ezequiel 36:26-27

Cuando Dios nos da vida de la muerte espiritual, cuando Él nos regenera por su Espíritu Santo, Él hace una cirugía radical en nuestros corazones. Esos corazones de piedra se convierten en tejido vivo, en carne.

Convertirse es obtener una nueva disposición en nuestros corazones. Donde antes éramos hostiles, fríos o indiferentes a Dios, ahora estamos atraídos y apasionados por Él.

Ser cristiano es ser una persona nueva. Hemos sufrido una transformación que tiene sus raíces en el corazón. Eso automáticamente nos quita la venda de nuestros ojos y cambia la manera miserable en la que vivíamos.

Sin embargo, no se queda ahí. Al igual que el ciego al ver decidió seguir, aprender y amar a Jesús por siempre, nosotros cuanto más sabemos de Dios, mayor es nuestra capacidad de amarlo. Cuanto más lo amamos, mayor es nuestra capacidad de obedecerle. Estamos emplazados y obligados a amar a Dios con todo nuestro corazón.

Ese nuevo corazón de carne debe ser alimentado por la Palabra de Dios. Si descuidamos nuestros nuevos corazones, se pueden endurecer. Ese nuevo corazón regenerado por el Espíritu Santo debe producir frutos.

Frutos es el resultado de conocer más a Dios y al conocerle más, mayor es nuestra capacidad de amarlo. ¿Qué tan bien lo conoces? Nuestra obediencia o la falta de ella, refleja la respuesta a esta pregunta.

Es mi oración que sí tu corazón ha sido regenerado por el Espíritu Santo y hoy tienes un nuevo corazón, desees y anheles conocerle más.

¡Dios te Bendiga!

Pastor Félix Cabrera (@PastorFelixC)